La crisis económica que está sucediendo y se prevé que siga como consecuencia del COVID-19, es mayor que lo esperado al comienzo de la pandemia. En el informe publicado por la CEOE el 8 de abril “Escenario económico- especial impacto coronavirus”, se estima que la caída del PIB en 2020 será del 5% y del 9% en caso de un escenario más adverso respecto a las medidas adoptadas. También se prevé un aumento del paro entre medio millón y 900.000 personas, hasta situarse en 3,8 millones con una tasa de crecimiento del paro de 16,5%, o en 4,2 millones con una tasa del 18%, en función del escenario considerado.
Las empresas están adaptándose a los efectos adversos mediante una reestructuración de su gestión: mitigar el mayor riesgo de impagos y las tensiones de liquidez, gestionar los expedientes temporales de regulación de empleo (ERTEs) por fuerza mayor y otras medidas de apoyo aprobadas con motivo de la crisis, introducir innovación en la oferta de productos y servicios para mantener las ventas, avanzar en la digitalización, etc.
Todas las empresas están realizando estos esfuerzos, aunque en muchos casos las PYMEs y autónomos son los que más complicado lo tienen para vencer las dificultades. Para esta lucha tienen el apoyo del Programa Acelera PYME y de organizaciones como CEPYME para las empresas y de ATA para los autónomos.
Además, las PYMEs pueden obtener nuevos préstamos u otras modalidades de financiación y renovaciones concedidas por los bancos, avalados por el Instituto de Crédito Oficial (ICO), y aplazar los impuestos y las cotizaciones a la Seguridad Social que se han previsto. Estas cuestiones están bien resumidas en tres artículos del economista Mario Cantalapiedra en el portal “Gestores de Riesgo y Morosidad”.
La línea de avales aprobados por el Real Decreto-ley 8/2020 para PYMEs tiene como objetivo facilitar a las empresas que mantengan los empleos y paliar los efectos económicos del COVID-19:
- Pago de salarios
- Facturas de proveedores pendientes de pago
- Alquileres
- Gastos de suministros
- Necesidad de circulante
- Otras necesidades de liquidez, incluyendo las derivadas de vencimientos de obligaciones financieras o tributarias
Estos días hemos visto la actuación responsable de grandes empresas y también PYMEs, para mantener el empleo en sus organizaciones y hasta subir los sueldos de su plantilla, cumplir los protocolos para salvaguardar la salud en los centros de trabajo, adaptar la fabricación de productos o servicios para que respondan a las necesidades que demanda la situación social e incluso hacer donaciones con este objetivo.
El valor de la RSC en una crisis económica
A raíz de esta crisis, todas las empresas tienen la oportunidad de poner en valor la Responsabilidad Social Corporativa. Tomando las decisiones adecuadas se puede proteger a los trabajadores, apoyar a los proveedores e informar a los clientes de forma transparente:
- Planificar con el mayor detalle las acciones acerca de la salud y seguridad de los empleados y de los clientes. Las acciones pueden basarse en las Directrices de buenas prácticas en los centros de trabajo elaborado por el Ministerio de Sanidad. Aquí se detallan las medidas organizativas y las recomendaciones sobre estos aspectos
- Conocer la situación de la cadena de suministro, en especial la de los proveedores de primer nivel y colaborar, en la medida de lo posible, para mitigar su riesgo financiero. En este sentido, las soluciones de Supply Chain Finance o SCF se ponen en valor en esta crisis. Asimismo, se debe tratar de asegurar una logística eficiente y analizar la capacidad de suministro de los proveedores en un periodo corto (uno, dos meses)
- Establecer canales de comunicación lo más amplios posibles con los clientes, para mantenerlos informados en todo momento de lo que está haciendo la empresa ente la crisis y cómo está resultando su gestión, en base a información fidedigna
Estas cuestiones no deberían quedar al margen de las decisiones de tipo financiero, siempre que las empresas cuenten con la capacidad de asumirlas.
Muchas empresas, también PYMEs, han creado un equipo especial para gestionar la crisis, compuesto por directores de operaciones y representantes de trabajadores. Estos equipos deben centrarse en producir lo que la sociedad demanda. Es el mejor incentivo para impulsar la transformación y la adaptación a las nuevas necesidades.
En el ámbito interno, la dificultad para decidir correctamente ante los nuevos riesgos, hace más necesaria que nunca la implicación de todos. Solo así se llegará a soluciones conjuntas e innovadoras que satisfagan las necesidades prioritarias de los diferentes grupos de interés.
Este equipo analiza la fiabilidad de los datos, modeliza el nuevo entorno y formula los KPIs de negocio a monitorizar. Se prevén distintos escenarios para calcular el impacto económico sobre la actividad empresarial y cómo responder en base a esta información.
Junto a esto, es vital mantener la transparencia dentro de la organización y ofrecer a cada grupo de interés la información que necesita. Conviene elaborar un protocolo escrito sobre el compromiso de actuación de la empresa ante esta crisis y comunicarlo de forma efectiva, para estar todos alineados.
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