El capital circulante o capital de trabajo es una medida que tiene la empresa para analizar su nivel de solvencia. Cuanto más grande es el capital circulante, el riesgo de que sea insolvente es menor, puesto que su nivel de liquidez es considerable. Sin embargo, el hecho de sobredimensionar el capital circulante lleva a que disminuya la rentabilidad.
La gestión del capital circulante o capital de trabajo que hace un CFO, se centra fundamentalmente en dos tipos de decisiones: las de inversión y las de financiación. Como los flujos de caja (cobros y pagos) o cash flow no están sincronizados, hay momentos en que se eleva la posición de tesorería en la empresa y puede plantearse invertir ese dinero para rentabilizarlo, y hay otros en los que no cuenta con efectivo necesario para realizar los pagos previstos y tiene que solicitar financiación.
El CFO ha de tratar, por tanto, de encontrar el nivel adecuado de capital de trabajo: aquel que minimiza en lo posible el capital circulante para incrementar la rentabilidad, sin elevar innecesariamente el riesgo de insolvencia.
Las diferentes estrategias de inversión y de financiación del capital circulante, influyen en el riesgo y la rentabilidad. De entre ellas, hay algunas que minimizan el riesgo o lo mantienen en un nivel bajo.
Estrategias de inversión de activos circulantes
Pueden ser de tres tipos:
- Estrategia relajada. Mantiene cantidades relativamente grandes de efectivo, inversiones a corto plazo y existencias. Se otorga crédito en las facturas de clientes y en consecuencia hay un nivel alto de cuentas por cobrar. Es la estrategia que se ha utilizado durante la crisis económica, ya que implica aumentar días de crédito en las facturas a cobrar, con el objeto de aumentar las ventas y mejorar el cash flow operativo. Se caracteriza por mantener niveles altos de efectivo, valores negociables e inventarios; así como un prolongado nivel de conversión del ciclo de efectivo.
- Estrategia restringida. El activo circulante se mantiene en un nivel mínimo: efectivo, inversiones a corto plazo y existencias. Las cuentas por cobrar disminuyen y se mantienen bajos saldos de efectivo y de inversiones a corto plazo, y se realizan pequeñas inversiones en inventario. Se utiliza en periodos de bonanza económica, que permiten que la empresa venda lo esperado y por lo tanto no necesite aumentar los días de crédito en las facturas. Se caracteriza por mantener un nivel medio de efectivo, inventario e inversiones a corto plazo; así como un nivel equilibrado entre las cuentas a crédito y el cobro de facturas al contado. El ciclo de conversión de efectivo, se orienta hacia un nivel medio.
- Estrategia moderada. Busca mantener un equilibrio entre las dos estrategias anteriores, manteniendo los activos circulantes en niveles normales.
Bajo condiciones de certeza, las empresas tendrían que mantener niveles mínimos de activos circulantes si quieren la máxima rentabilidad, aunque esto conlleva ciertos riesgos. Cualquier necesidad de aumentar efectivo haría necesario obtener financiación externa, reduciéndose la rentabilidad. Cualquier imprevisto en un flujo de entrada, implicaría un retraso de pagos y pérdida de ventas, por faltar inventario y tener una política de crédito restringida.
Si se incluye la incertidumbre, las empresas necesitan, además de alguna cantidad mínima de efectivo y de inventarios (tomando como base los pagos esperados, ventas esperadas, plazos esperados, etc.), una cantidad adicional (margen de seguridad) para poder enfrentarse a previsibles desviaciones respecto a lo esperado. Del mismo modo, los niveles de cuentas por cobrar se deben determinar según los términos del crédito concedido: cuanto más estrictos, menos crédito se concederá en la facturación a clientes, aunque eso signifique perder algunas ventas.
Cuanta mayor sea la rotación del inventario, menor será el importe de capital circulante o capital de trabajo que hará falta y menor el riesgo de pérdidas debidas a las bajadas de los precios o cambios en la demanda, y será menor el coste de mantener el inventario.
Igualmente, la rotación de las cuentas por cobrar influye notablemente en las necesidades de capital circulante, porque depende del tiempo necesario para convertirlas en efectivo. Cuanto menos tiempo requiera el cobrar las facturas, menor será el importe de capital de trabajo que se necesitará.
Estrategias de financiación de activos circulantes
Pueden ser de tres tipos, y las explicamos en el post sobre la relación entre las decisiones de financiación a corto y a largo plazo.
- Estrategia conservadora. Consiste en resolver las necesidades, tanto temporales como permanentes, con fondos a largo plazo (capital o pasivos).
- Estrategia dinámica. Consiste en financiar las necesidades temporales con pasivos a corto plazo y las necesidades permanentes con los fondos (capital y pasivos) a largo plazo.
- Estrategia moderada. Conseguir financiar todos los activos fijos y parte de los activos circulantes con capital y deuda a largo plazo. Estas empresas pueden invertir sus excedentes de tesorería en una parte del año y obtener préstamos o financiación en el resto del año, en función de la duración de sus ciclos de conversión de efectivo.
Los pasivos circulantes son fuentes de financiación a corto plazo. La buena o mala gestión afecta directamente a la liquidez de la empresa y al cash flow o flujo de efectivo. Generalmente, la financiación a corto plazo tiene menos coste que la que se obtiene a largo plazo, pero es de mayor riesgo porque su nivel de exigencia es mayor, por lo que la empresa debe evaluar detenidamente qué alternativas de financiación debe utilizar.
Escribe aquí un comentario